lunes, 7 de noviembre de 2011

Cultura-Modernidad


LA MODERNIDAD COMO PROBLEMA
LA IDEA DE MODERNIDAD

Ciudad de Nueva York
El proceso de transformación de la sociedad occidental involucra un cambio continuo de maneras de concebir el mundo y de actuar sobre él.  Cuando hablamos de los tiempos modernos podemos ingenuamente pensar que se trata de una época en la que los errores del pasado han sido superados, y que la manera de vivir y pensar actualmente son superiores.  Pero esta idea de progreso histórico y espiritual es en realidad una creencia característica de lo que nosotros llamamos “moderno”.  Cuando pensamos en la modernidad creemos que estamos hablando de una forma de ver el mundo exclusivo de Occidente que se generó cuando terminó la Edad Media.  Por supuesto que sí hay algo específico de nuestra época que nos separa y distingue del pasado medieval y antiguo, pero en realidad nuestra situación actual es fruto de un proceso que se inició en la antigüedad. 

No obstante, a partir del Renacimiento y con la aparición de la Ilustración, Occidente creyó dar un vuelco radical a sí mismo, tal vez porque creyó pararse en un nuevo punto de vista a partir del cual empezó a pensar.  El Renacimiento y la Ilustración constituyeron dos de los momentos más importantes de lo que podemos llamar “la conformación del espíritu de la modernidad”.  En su momento, los primeros pensadores llamados modernos se consideraron a sí mismos en una situación revolucionaria en la que se estaban desprendiendo de las ataduras de un pasado anquilosado y estático.  Fueron ellos quienes tildaron de “oscura” la época histórica que los precedió.  El mayor conocimiento y una más amplia perspectiva histórica nos permite ver hoy en día en esa concepción de los primeros modernos un perjuicio, pues es indudable que la Edad Media fue la cuna de lo que hoy el Occidente.  Sin embargo, en la situación histórica en la que se hallaban, los pensadores modernos que dieron origen a nuevas formas de ver y transformar el mundo sólo podían alzarse sobre un nuevo suelo adoptando esa actitud defensiva e ingenua de autoafirmación.

MODERNIDAD E ILUSTRACIÓN

Inmanuel Kant
¿Qué es modernidad?  Básicamente racionalidad.  Ya los griegos habían vivido un proceso de transformación en el que las ideas y los patrones culturales de su pasado se vieron revolucionados por la filosofía en las ciudades.  Se trata del famoso paso del mito al logos, en el que se cultivó la esencia de la racionalidad occidental.  Pero, ¿cómo concibieron los pensadores ilustrados modernos esta racionalidad?  ¿Cómo se empezó a hacer efectiva la idea de racionalidad moderna en qué han consistido sus realizaciones?

Inmanuel Kant fue un consumado pensador ilustrado.  En un reconocido artículo suyo titulado Respuesta a la pregunta ¿qué es la Ilustración? Kant expone la idea central de ese modo de concebir la cultura.  Ser ilustrado es ser capaz de pensar por sí mismo, y pensar por sí mismo es salir de la condición de minoría de edad de la cual “el hombre mismo es culpable”.  La “minoría de edad” consiste, en la dependencia intelectual.  Quien vive bajo esa condición no es libre en la medida en que no es norma para sí mismo, no se rige por su propia razón.  El hombre ilustrado, en cambio, es el hombre que puede ser libre en la medida en que se guía por su propia razón, la cual se convierte en norma de sus acciones.  En un mundo que no es moderno, los hombres no hacen uso de sus propias capacidades racionales para interpretar la realidad; no tienen espíritu crítico y no evalúan conforme criterios racionales los objetivos y resultados de sus acciones.  Bajo este ideal de hombre moderno ilustrado, la idea de una racionalidad democrática o la idea de la actividad científica moderna se revelan como manifestaciones ejemplares del ejercicio de la libertad.  Desde el punto de vista ideal, el ejercicio de la democracia exigiría la discusión argumentada en la que sí juzgan bajo los mismos criterios formales sus propuestas de acción, tratando de comprender la posición del otro como la suya propia desde el tribunal de su propia razón.  Por su puesto, se trata de un ideal político, pero eso es lo que la idea de ilustración sugiere.  Al mismo tiempo, la actividad científica moderna –entendida como un conjunto de discusiones argumentadas y racionales, desarrolladas por una colectividad que juzga sus propuestas entre sí según criterios también racionales y que exponen continuamente sus hipótesis interpretativas a la crítica-, sería, según los pensadores ilustrados, el ejemplo más claro del ejercicio de la libertad.  Podemos preguntarnos: ¿no constituyen la ciencia moderna y sus aplicaciones tecnológicas la muestra más clara del éxito de la propuesta racionalista moderna?  Sólo un análisis más detenido de las implicaciones de esta práctica de la racionalidad nos puede revelar si el ideal racionalista; nos ha conducido en efecto a esa libertad soñada por los ilustrados.

UN ANÁLISIS SOCIOLÓGICO

Max Weber
El sociólogo y filósofo alemán Max Weber, percibió en la idea de la racionalidad moderna y su aplicación una falla fundamental que pone en tela de juicio el noble ideal a partir del cual fue originada.  Para Max Weber la racionalidad moderna consiste básicamente en la desmitificación de las concepciones del mundo y en eso no se distancia mucho del proceso de afirmación del pensamiento racional en el mundo griego antiguo.  Pero el pensador mítico griego no creía que su relato fuera una interpretación del mundo, sino que era el mundo mismo.  Por el contrario, la actitud crítica de la racionalidad moderna exige que se separe en sus relatos de la realidad misma y se desprenda del encantamiento que es propio del mito.  Dirigida fundamentalmente hacia la acción, la racionalidad se convierte en un cálculo de los medios para realizar las acciones, atendiendo a criterios de eficacia, que por ser estrictamente racionales, pueden ser aplicados a  cualquier fin.  Eso hace que las propuestas racionales de interpretación y transformación de la realidad tengan un carácter neutro y tengan una pretensión universal.  Pero,   ¿cómo se escogen los fines de las acciones? Los fines mismos no están expuestos a la discusión racional misma, pues cuando tal cosa se hace, se convierten a su vez en medios para ser evaluados.  Para Weber, el problema de esta concepción y práctica de la racionalidad es que genera un vacío de sentido, que antes sí era llenado por la visión mítica.  La racionalidad desencantada no satisface las ansias de sentido de los hombres, provocando una diversidad de fines, valores y sentidos que no pueden ser racionalizados y que ponen en peligro la cohesión social.  La ausencia de sentido, que provoca la práctica de la racionalidad, estimula el culto irracional a una diversidad de valores que evaden la confrontación racional misma.

Todo lo que nos dice Weber no nos debe parecer para nada extraño.  Cuando pensamos en los problemas actuales del multiculturalismo y en sus consecuencias estamos discutiendo el mismo problema.  La racionalidad occidental, representada en la ciencia y en la técnica, que se ha extendido por el mundo, aparece como un instrumento neutro que puede ser usado para cualquier fin; y los fines parecen sólo depender de los modelos de valores de cada cultura.  ¿Pero cualquier fin es válido?  Al no poder ser examinados racionalmente los fines, todos adquieren el mismo valor, y en ese caso los choques entre culturas no serían resolubles haciendo uso de las armas de la razón, la que, en principio, pareciera ser la única universalmente aplicable en esos casos.  Por la misma razón también pensamos que cada persona puede escoger los fines que quiera según su propio criterio irracional y que lo único compartido puede ser el instrumento racional para escoger los medios.

EL PAPEL DE LA FILOSOFÍA

Grupo Multicultural
El análisis de Weber y de otros filósofos de diversas tendencias ha hecho evidente que la idea misma de modernidad se encuentra en crisis.  Los fenómenos del nazismo y el stalinismo alrededor de la Segunda Guerra Mundial se han convertido para muchos filósofos en los ejemplos más claros del resultado de aplicar una idea de racionalidad mal concebida.  Pero esos fenómenos sociales extremos no son los únicos que han sido expuestos a la crítica.  La sociedad occidental se ha desarrollado en los últimos siglos de tal forma que el modo de vida de los hombres en las sociedades industriales avanzadas se ha visto seriamente determinado por el imperio de la técnica.  Las realizaciones de la racionalidad instrumental se han convertido en el símbolo del vaciamiento de sentido del hombre moderno, más que en fuente de felicidad humana.

Así como los filósofos de los orígenes de la modernidad pensaron un mundo y una sociedad y determinaron con sus ideas el desenvolvimiento histórico de Occidente, los pensadores contemporáneos también nos han obligado a hacer un alto en el camino, haciéndonos pensar en nuestra manera de vivir y actuar.  La filosofía, como siempre, se convierte en una toma de conciencia y en un esfuerzo de autorreflexión de cada época y sociedad, pues al surgir de la sociedad misma, no tiene otro remedio que volcarse sobre ella para pensarla, señalando las fuentes de la infelicidad.  Y si bien, en los últimos tiempos la filosofía se ha acostumbrado a no ofrecer soluciones mesiánicas a los dramas del hombre contemporáneo, su trabajo interpretativo es un síntoma claro de que a pesar de sus eventuales deficiencias, la racionalidad occidental puede pensarse a sí misma críticamente señalando sus límites, y eso es lo que la hace tan valiosa.


Bibliografía:

ARCHILA RUIZ, Leonardo, SERRANO LÓPEZ Guillermo y TORREGROSA, Enver.  Filosofía 11º (Sección Monografia), 2ª edición, Santafé de Bogotá, Editorial Santillana, páginas: 102-105.

Actividades:

1.    Con base en la información del texto, realice un comentario sobre el siguiente interrogante: ¿En qué consiste ser racional?
2.    ¿Para qué sirve el examen racional de las acciones y las cosas?
3.   La respuesta al interrogante 2º, enviarla al correo electrónico solo.informes.ita@gmail.com
4.    Fecha límite para la publicación de sus comentarios y el envío de sus correos: 23 de Noviembre/2011.



sábado, 20 de agosto de 2011

Sentido de la Vida


EL PROBLEMA DEL SENTIDO DE LA VIDA

EL PROBLEMA DEL SUFRIMIENTO

Hambrunas en Africa
Todos sabemos que lo que más nos angustia del hecho de existir es la presencia constante del sufrimiento.  El temor a la muerte y la enfermedad, las desgracias humanas y lo absurdo, es decir inhumana, que puede parecer la vida a menudo, constituyen la fuente principal de los cuestionamientos desgarradores sobre nuestra razón de ser en el mundo.  El problema del sentido de la vida no es quizás un problema teórico sino sólo secundariamente; en sus orígenes se trata de un problema de índole práctico: el de cómo podemos sobrellevar el sufrimiento y ser felices. 

El sufrimiento es el verdadero problema humano.  Si nos detenemos a pensar sobre nuestra condición humana, lo que más nos cuesta comprender es por qué tenemos que padecer u sufrir.  Anhelamos todo el tiempo la felicidad y quisiéramos por todos los medios liberarnos de las pesadas cargas de la vida, de sus absurdos, de nuestros temores y vacíos.

Este es quizá el problema más serio con el que se tiene y ha tenido que enfrentar la filosofía y el único lo suficientemente importante como para que pensemos que una respuesta  a este problema es indispensable.  Al tratarse, además, de un problema que compete a todos los seres humanos por igual, independientemente de su historia, su cultura, su época, su clase social o su modelo de pensamiento, debemos pensar que todos los hombres somos filósofos en la medida en que tratamos de encontrar la felicidad cuando luchamos por tratar de superar el sufrimiento.

SCHOPENHAUER

Arthur Schopenhauer
La filosofía metafísica de Schopenhauer está consignada en su obra fundamental titulada El mundo como libertad y representación.  En ella explica que la realidad, en su totalidad, debe ser comprendida bajo dos aspectos fundamentales que conforman, por decirlo así, las dos caras de una misma moneda.  La realidad, “el mundo”, por un lado es representación.  Por este término debemos entender lo que los griegos llamaban “apariencia”, o usando el término castellano derivado del griego: “fenómeno”.  Un fenómeno es un objeto que se nos aparece no tal y como es en sí mismo, sino de la forma como nosotros podemos conocerlo.  La realidad la podemos conocer en la medida en que se nos muestra condicionada por nuestra capacidad humana de entenderla.  El mundo como fenómeno está constituido por el conjunto de nuestras experiencias, por el flujo constante de las mismas en el tiempo y por su presencia continua en el espacio.  Se trata de lo que nosotros en la vida diaria ingenuamente consideramos como la realidad de las cosas, pero que el análisis filosófico revela como manifestación de una realidad más sustancias que está habitualmente oculta.

Por otro lado, la realidad es, para Schopenhauer, lo que él llama “voluntad”.  El concepto metafísico de voluntad en Schopenhauer no hay que confundirlo con nuestro concepto cotidiano de lo que llamamos voluntad, aunque esa idea común y corriente nos pueda ayudar, en parte, a entender de qué habla Schopenhauer.  La voluntad metafísica es la esencia del mundo, lo que las cosas son en sí mismas y lo que causa los fenómenos, o en otras palabras, aquello que es el ser sustancial y que se manifiesta como representación en el mundo.   La voluntad, que es la realidad misma de las cosas, consiste en un deseo constante, en un impulso que se manifiesta en las fuerzas naturales más básicas y en el motor más profundo de las acciones de los seres vivos y de los hombres.  Ese deseo, que es irracional, y que no depende de nosotros ni de nuestra capacidad de comprender el mundo, sino del que antes bien nosotros dependemos, es el que origina todas las cosas y hace que sean reales.  Para Kant, las cosas en sí mismas son incognoscibles, pero par Schopenhauer es factible encontrar la manera de hablar metafísicamente de la realidad tal y como es en sí misma, creyendo que sí es posible su conocimiento, no directamente, por su puesto, pero sí a través de la diversidad de los fenómenos.

Para aclarar su teoría, Schopenhauer recurre a las doctrinas tradicionales de la filosofía clásica de la India consignadas en los textos de los Upanisads, según los cuales, el conocimiento de la realidad íntima de las cosas está habitualmente vedado a los vulgares ojos humanos por un velo de apariencias dispuesto entre la mente de los hombres y la esencia del mundo.

La vida consiste fundamentalmente en una lucha constante contra ese velo de maya (apariencias), contra esa manera de ver el mundo como apariencia, que suele ser fuente del engaño, el error, el mal, el sufrimiento y la infelicidad.  El objetivo de la vida de los hombres es liberarse de las ataduras del mundo de los fenómenos, y esa liberación, que es en esencia un acto de comprensión y que hace la felicidad, consiste en el reconocimiento de la identidad de nuestro verdadero yo, más puro y profundo –o Atman como se dice en sánscrito- con la esencia fundamental, la sustancia última del universo –o Brahman-.  Schopenhauer llama tanto a atman, el yo esencial, como a brahman, la esencia del universo, con una sola palabra: “voluntad”.  Después de todo se trata de lo mismo, de la realidad fundamental que se representa en el mundo fenoménico del velo de maya.

Oblación en el río Ganges
Ya podemos ver más claramente como la concepción metafísica de Schopenhauer puede permitirnos elaborar una respuesta al problema del sentido de la vida.  La fuente del sufrimiento es el desconocimiento de la verdad fundamental de la identidad de mi yo esencial y la esencia del universo; la creencia de que el mundo de las apariencias constituye la realidad total de las cosas.  Es nuestra incapacidad de ver detrás de la diversidad y pluralidad de los fenómenos en el velo de maya la que hace que vivamos atados, apegados a ellos, sin comprender la causa fundamental de los hechos, las cosas y las acciones.  Esa causa fundamental es la voluntad.  Y la voluntad es ciega, impersonal, irracional y constante.  Impulsa a todas las cosas a ser lo que son de manera inexorable y lleva a los hombres a actuar tal y como actúan.

Pero ¿para qué todo ese costoso y esforzado desenvolvimiento de materia, fuerzas, vida y mente consciente en la realidad, impulsado por una voluntad ciega que se disgrega en la multiplicidad desgarrada de los fenómenos del mundo?  La respuesta de Schopenhauer también es famosa: para nada.  Puede ser un verdadero quebradero de cabeza ponerse a pensar en una justificación final del universo y de la vida.  Schopenhauer que era inútil buscar una razón positiva de la existencia, más allá del vacío mismo.  La voluntad que se origina sin razón se dirige hacia la sinrazón, y así como antes de nacer y llegar a la vida no éramos nada, cuando arribemos a la muerte seguiremos siendo lo mismo: nada.

LA FELICIDAD HUMANA

La voluntad domina todas las cosas y todas las cosas se mueven regidas por la voluntad en su energía más esencial.  Pero aunque esa voluntad en sí misma no se dirija hacia ningún lado, así esa voluntad sea voluntad de nada, la existencia particular de los individuos y de los fenómenos se puede explicar en función de la voluntad que lo constituye todo.  ¿Qué es la vida humana, según esta perspectiva?  La vida de los hombres, dice Schopenhauer, oscila como un péndulo entre el dolor y el aburrimiento, entre el sufrimiento y el tedio.  Cuando tenemos muchas ocupaciones y deberes, cuando la vida nos agita con golpes y sucesos, nos quejamos y padecemos con el dolor que tales eventos nos producen.  El trabajo nos agobia por el cansancio que nos produce.  El desgaste que genera el esfuerzo de las tareas de la vida diaria nos desanima, y la actividad, que es indispensable para vivir, se nos vuelve fuente de penas y sufrimiento.  Pero cuando cesamos de trabajar, cuando nos deshacemos de nuestras ocupaciones y decidimos descansar, o cuando no tenemos qué nos preocupe y llene nuestras horas, nuestro sentimiento es el del aburrimiento.  Sentimos hastío si no hacemos nada, y el paso del tiempo se nos hace tedioso y hasta insoportable.

Schopenhauer explica muy bien esto con una metáfora: la vida humana es como los días de la semana; de lunes a sábado representa el sufrimiento por las ocupaciones, el domingo representa el tedio.  Los pobres sufren porque tienen que trabajar mucho.  Los ricos sufren porque no tienen que hacer nada.  La felicidad para Schopenhauer es pues, no un estado de alegría o dicha constante.  Eso es ilusorio.  La felicidad sólo puede existir de modo negativo, como ausencia de sufrimiento.  En la medida en que el péndulo de nuestras vidas no oscile en exceso y no se dirija a los extremos sino que trate de no oscilar tanto, seremos felices.  El péndulo no puede detenerse, por su puesto, pues eso sería la muerte.  Y suicidarse, como podría sugerir un extremista, para Schopenhauer no tiene sentido, pues ello implicaría ceder a la lógica de la voluntad misma.  ¿Qué le importa a la naturaleza la muerte de un individuo?  Nada.  La única posibilidad de superar el sinsentido y el sufrimiento es por medio de la negación de la voluntad, no a través de su afirmación.  Pero, ¿cómo es posible negar la voluntad? 

Joyas de Oro
Schopenhauer pensaba que a pesar de las dramáticas, en apariencia, conclusiones de su sistema metafísico, en el que la existencia total de las cosas no tiene sentido alguno, la felicidad humana si es posible.  Y esto, porque al ser nosotros no sólo parte del mundo de los fenómenos, sino también voluntad en esencia, somos capaces de negar ese vacío.  En la medida en que ese  vacío se genera por el ansia inagotable de poseer y ser, y en la medida en que ese vacío y sensación de sin sentido es el que genera el sufrimiento, pues nada en nuestra vida nos satisface por completo, lo que tiene que hacer el hombre para evitar ese sufrimiento es negar su voluntad, el anhelo fuente de desilusión y su apego por las cosas.

Referencias Bibliográficas

ARCHILA RUIZ, Leonardo, SERRANO LÓPEZ Guillermo y TORREGROSA, Enver.  Filosofía 11º, 2ª edición, Santafé de Bogotá, Editorial Santillana, páginas: 142-145.

Actividades:

1.    Con base en la información del texto, realice un comentario sobre el siguiente interrogante: ¿Cuál es el sentido de la vida?
2.    ¿Por qué sufrimos?
3.   La respuesta al interrogante 2º, enviarla al correo electrónico solo.informes.ita@gmail.com
4.    Fecha límite para la publicación de sus comentarios y el envío de sus correos: 09 de Septiembre/2011.



domingo, 22 de mayo de 2011

Los Valores


AXIOLOGÍA

El estudio del significado y clasificación de los valores nos permite clarificar el sentido que le damos a la vida y a lo que hacemos a diario.  Elaborar nuestra propia escala de valore es en definitiva, organizar nuestro futuro.

A modo de introducción…

LA DIFERENCIA ENTRE TENER Y SER

Imágen de Buda
En una cultura cuya meta suprema es tener –cada vez más-, y en la que se puede decir de alguien “vale un millón de dólares”, ¿cómo puede haber una alternativa entre tener y ser?  Al contrario, parece que la misma esencia de ser consiste en tener; y si el individuo no tiene nada, no es nadie.

Sin embargo, los grandes Maestros de la Vida han considerado la alternativa entre tener y ser como el punto más importante de sus respectivos sistemas.  Buda enseña que para alcanzar la etapa más elevada del desarrollo humano, no debemos anhelar posesiones.  Jesucristo enseña: “porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá; y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, éste la salvará.  Porque ¿qué aprovecha al hombre, si se granjea todo el mundo, y se pierde a sí mismo, o corre peligro de sí? (San Lucas 9:24-25).

Eckhart
El maestro Eckhart enseñó que no tener nada y permanecer abierto y “vacío”, no permitir al ego ser un estorbo en nuestro camino, es la condición para lograr salud y fuerza espiritual.  Marx enseñó que el lujo es un defecto, tanto como la pobreza, y que nuestra meta debe consistir en ser mucho, y no en tener mucho.  (Me refiero aquí al verdadero Marx, al humanista radical, y no a la falsificación vulgar que presenta el comunismo soviético).
ERICH FROMM. Ser o tener.

EL VALOR SUPREMO ES LA VIRTUD DEL HOMBRE

En ninguna obra humana se da muestra de tal firmeza como en las actividades virtuosas: aparecen, en efecto, más firmes incluso que las ciencias; y las más firmes de entre ellas son las más estimadas, porque los hombres felices pasan la vida ejercitándose en ellas con preferencia y con más continuidad.  Y ésta parece que es la razón de que, tratándose de ellas, no cabe el olvido.  

Se dará, pues, lo que estamos buscando en el hombre feliz, y lo será durante toda su vida. Pues siempre, o con preferencia a todas las demás cosas, hará y contemplará las cosas de la virtud y sobrellevará airosamente los lances de la fortuna, estando siempre en su puesto, al menos el que es bueno a carta cabal y “cuadrilátero sin reproche”.

Pero como muchos de los sucesos se deben a la fortuna, y difieren entre sí por su grandeza y pequeñez, es claro que los pequeños beneficios de la fortuna, lo mismo que sus contrarios, no ejercen peso en la balanza de la vida.  Pero los grandes y numerosos harán la vida más feliz, pues son por naturaleza como ornato añadido, y se puede hacer de ellos un uso bueno y honesto; por el contrario, los males conturban y mancillan la felicidad, porque acarrean penas e impiden muchas actividades.  Sin embargo, también en medio de estos resplandece la belleza cuando se soportan con entereza muchos y grandes infortunios, no por infortunios, no por insensibilidad, sino porque se es noble y magnánimo.
ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco.

EL VALOR SUPREMO ES EL CAPITAL

Carlos Marx
¡Época de 1900, la buena época!  ¡Qué orgullo ser burgués y que orgullo ser europeo!  Alrededor de los verdes tapices de Londres, de París o de Berlín se decide la suerte del planeta.  Se trasplanta el caucho del Amazonas a Malasia, se ahogan en la miseria los enormes yacimientos del alto Hoang Ho, se construye en pocas semanas una ciudad minera al norte del alto Vaal.  Movilizadas por el vapor, las riquezas del planeta se desplazan “de un extremo al otro del mundo”, como dice “Le Bateau Ivre”, gracias a las órdenes que el telégrafo transmite en pocos minutos.  La vida de millones de seres depende de las decisiones de los consejos de administración de Londres, Paris o Berlín.
CHARLES MORAZNÉ, El apogeo de la burguesía.

Referencias Bibliográficas

ARCHILA RUIZ, Leonardo, SERRANO LÓPEZ Guillermo y TORREGROSA, Enver.  Filosofía 11º, 2ª edición, Santafé de Bogotá, Editorial Santillana, páginas 150, 155; 2000. 

Actividades:

1.    Con base en la información del texto, realice un comentario sobre el siguiente interrogante: ¿En tu opinión, ¿cuál debe ser el valor supremo?  ¿un valor espiritual o un valor material?
2.    ¿cuál crees que es el valor supremo de nuestra sociedad?
3.   La respuesta al interrogante 2º, enviarla al correo electrónico solo.informes.ita@gmail.com
4.    Fecha límite para la publicación de sus comentarios y el envío de sus correos: 12 de Junio/2011.